Demasiado se ha escrito sobre las diferentes prácticas de magia sexual, dentro de las espiritualidades, filosofías o concepciones que desarrollan y tratan de la sexualidad como una cuestión sagrada.
Una idea que desde la Antigüedad cautivó a muchos personajes místicos y entre ellos, a nuestros Druidas y Druidesas de antaño, tanto como a los/las actuales.
Ciertamente, también existen otras filosofías, espiritualidades o movimientos existenciales como el Yoga y sus variantes Kundalini Yoga, Hatha Yoga, etc, el pensamiento Tántrico, así como otras corrientes dentro de la espiritualismo hindú, y algunas prácticas sexuales del Taoísmo, que están vinculadas en su esencia a la práctica de la magia sexual como la entienden los seguidores del Druidismo, y otros paganos en general, ciertamente con matices diferenciadores.

Se enfoca ésta, desde una perspectiva especialmente heterosexual, por ser la condición que el autor piensa que es la más natural, adaptada y fácil para los organismos de los seres humanos, que buscan también, aunque no exclusivamente, a través de la sexualidad, fluir hacia la Divinidad y acercarse a ese «Todo Absoluto», que consideramos Fuente Suprema del Universo.
El celibato druídico eventual o permanente, es una alternativa válida a la sexualidad sagrada, donde la energía se canaliza y transfiere hacia el Arte, hacia el servicio a los demás, hacia el amor universal, hacia fundamentos espirituales etc, pero queda al margen del presente escrito.
Este texto atañe a los seguidores druídicos que han preferido optar por practicar y experimentar esta última vía evolutiva, la de la sexualidad sagrada.
Otras condiciones sexuales quedan al margen del presente escrito, (homosexualidad, bisexualidad, hermafroditismo), aguardando y deseando que otros hermanos espirituales, las aborden desde sus propios matices druídicos, y de tenerlos, desde sus propios contextos sexuales.
El presente texto no va a entablar ningún tipo de debate sobre esas otras consideraciones sexuales porque en términos meramente espirituales, esas polémicas son bastante burdas ya que tenemos la convicción de que las polaridades masculinas y femeninas residen en todos los seres humanos independientemente de su género externo.
- En términos metafísicos y sentimentales no hay diferencias entre el amor heterosexual y el homosexual.
- En términos fisonómicos, el autor del presente escrito se reitera, en la mejor adaptabilidad de los cuerpos de sexos diferentes para lograr unirse plenamente y fusionarse.
No obstante, los hombres o mujeres homosexuales que siguen el camino druídico, no deberían ver ningún tipo de recriminación, ni discriminación en el presente texto hacia su condición sexual, puesto que simplemente, como observarán a través de su lectura, no la hay.
Las concepciones y métodos druídicos, quizás sean menos complejos y menos difíciles de aprender, pero pueden ser casi tan difíciles de dominar como las técnicas orientales citadas anteriormente, las cuales no han sido interrumpidas en el tiempo por acérrimas invasiones espirituales que hayan anulado y condenado la sexualidad en casi todos sus aspectos en su orbe de influencia.
Justamente por ser menos complejo, hemos visto en las ultimas décadas, como ello ha aproximado hacia el Paganismo a ciertas personas más preocupadas en satisfacer sus obsesiones y desequilibrios sexuales, que su inquietud espiritual y búsqueda de la Divinidad interna y externa.
El presente texto trata sobre la magia sexual, y de como la entienden e incluso practican la mayoría de los seguidores druídicos. Profundizaremos un poco más sobre la concepción del sexo y de la sexualidad, tal y como se entiende en el Druidismo, es decir, como una extensión sagrada del ser humano que hay que celebrar y venerar.
En el panteón céltico insular y continental, tenemos variadas deidades y personajes legendarios que representan aspectos erótico-sexuales, tales como Dana, en cualquiera de sus advocaciones, El Dagda, La Morrigan, La Reina Medb, Fand, Brigitt, Blodeuwedd, Math, Nuada, Cuchulainn etc.
En cualquier caso, las concepciones y prácticas que puedan exponerse no obedecen a ningún dogma y una vez más y como es costumbre en el Druidismo, todo lo expuesto se sugiere que se tome como “catma” y digno de ser experimentado intima y personalmente.
Tanto los ritos sexuales que tenían lugar en una época de liturgia y festejo como Beltane, las diferentes referencias, la mayoría hostiles, de los historiadores clásicos latinos y griegos, las numerosas alusiones y citas, en cuentos, leyendas, gestas y epopeyas, me conducen sin duda a elaborar un estudio y exploración que teniendo en consideración otras esencias druídicas, componen el presente escrito, partiendo del hecho evidente, de que para los druidas y los celtas antes de la Cristianización, la sexualidad no era un pecado o un tema, acto o ceremonia, del que había que avergonzarse o repudiar, sino todo lo contrario.
Cuando ciertos personajes de la humanidad en cualquier época, con sus ideas, pensamientos, dogmas o anti-naturales hipótesis, han prohibido, reprimido, sometido, cualquier cuestión o idea incompatible con ellos, ha sido por las ansías que tenían de controlarla, y al reprimirla y organizarla bajo sus parámetros, presentan a la idea original y natural, como perniciosa y pecaminosa.
Y bajo artificiales ideas de pecado, culpa, duda, turbación, suplicio, tortura, bueno, malo o falsa moral, una vez entronizadas esas ignorancias en ciertas sociedades y ámbitos, han eliminado la Naturalidad en el ser humano que ha quedado bajo su control, fomentando la aparición de depravaciones, pornografías, perversiones, etc, que por otra parte aportan numerosos beneficios a las industrias capitalistas que las dirigen y promocionan, pagando sus respectivos impuestos a unas sociedades y estados atrozmente hipócritas.
Y con tanta represión a escala mundial en casi todas las épocas, han sido las mujeres las que han llevado la peor parte, se las ha dominado, esclavizado, censurado y prohibido en cualquier manifestación de su sensualidad y sexualidad. Se las ha ocultado, tapado con velos, mantos, pañuelos, burkas, chadores o ropajes increíbles, que apenas las han dejado respirar, marchitándolas, desluciéndolas y haciéndolas invisibles en extremo, convirtiéndolas en mujeres fantasmas.
Y todas estas injurias a la sexualidad, a la naturalidad, a la existencia misma, y a las mujeres, no han sido solo los hombres con sus sistemas super-patriarcales o machistas los únicos responsables, pues muchas mujeres se han aliado a estos poderes fácticos, para perpetuar esta espantosa violación a la energía y espíritu humano, a la Madre Naturaleza y a la feminidad en sí.
Afortunadamente y paulatinamente la mujer en general y especialmente la occidental, va despertando de este letargo, va a apartándose de este ostracismo, va recuperando su sexualidad y su sensualidad, pero aun quedan muchas féminas con blindajes, secuelas de una educación sexual inexistente o desorientada, que les impide ser activas sexualmente, explorar sus potencialidades, abrirse sin remordimientos ni culpas al goce físico, al crecimiento espiritual que aporta la sexualidad sagrada, a la liberación de todas las energías tanto tiempo contenidas, cuya represión somatizan en distintas disfunciones físicas o malestares, perturbaciones y enfermedades mentales u orgánicas.
En el Druidismo, como en otras espiritualidades ligadas a la Naturaleza y a la Tierra, se fomenta toda la potencialidad sexual de los seres humanos y necesariamente la femenina, que es tan exuberante como los diamantes de un impresionante yacimiento y más deslumbrantes que los de las canteras masculinas.
Se fomenta el sano deseo masculino y femenino. Los deseos en general, corresponde satisfacerlos, proponiendo esto inversamente, a lo que sugieren muchas espiritualidades orientales con numerosos principios más o menos afines al Druidismo.
Pero para los seguidores druídicos con conciencia, es trascendental más que desear o no desear, saber que es lo que se anhela. Los orientales inciden en el desapego a todo lo material. La sexualidad y el deseo sexual siendo algo que puede ser tangible y realizable en este plano, aunque con verídicas aspiraciones espirituales, podríamos considerarlos como materiales.
Pero incluso, el simple hecho de desear conseguir un desapego de lo material, el no desear deseos, constituye en si mismo, conceptual y mentalmente un deseo.
Aunque el Druidismo reincide en manifestar que los deseos son algo intrínseco y natural a la condición humana, éstos deben ser filtrados y refinados por las propias mentes, cuando éstas ya han alcanzado una conciencia desarrollada y equilibrada.
Es decir, corresponde al hombre o mujer concienciado, discernir mediante una selección, los deseos que una vez puedan conseguirse o satisfacerse, les harán crecer espiritualmente e incluso hacerles progresar con una ecuánime medida en la materialidad.
Entonces y a priori, es tan válido el deseo sexual, como el desear que se acaben las guerras, desear que se termine la hambruna en el mundo, desear que nuestro espíritu evolucione, etc.
Para la seguidores del Druidismo, la sexualidad sagrada, sin embargo, revela una condición natural, que no debe ser reprimida, pero también se abre a una aspiración espiritual, la cual tampoco debe ser soslayada, pues busca una vez más un equilibrio.
Los deseos de fundirse hombre y mujer, macho y hembra en uno solo, compartiendo sus energías, sus polaridades, sus fluidos, su altruismo y su amor son deseos naturales, humanos y genuinos e incluso espirituales.
No debemos olvidar que de lo denso nace lo sutil y la sexualidad sagrada compartida es como un caldero natural y druídico que sirve como magia alquímica para este objetivo.
Ajenos a los parámetros de nuestras sociedades egoístas y materialistas por excelencia, la sexualidad sagrada como la entiende y practica el seguidor druídico, aporta la sensación entrañable de que nadie es un misántropo, un ser solitario, una persona sola, vacua o carente de todo.
Pero el Druidismo siendo una vía espiritual que estimula al que lo estudia, para alcanzar una realización individual efectiva y plena, que a su vez progrese paulatinamente hacia una realización colectiva y de servicio a los demás, no se puede por menos, que considerar la libertad y realización sexual como un paso más hacia la elevación de la conciencia, y un acercamiento hacia la comprensión de nuestro Panteísmo; La Divinidad es y está en Todo y Todo forma parte de la Divinidad.
Por tanto la Deidad Suprema tiene entre sus epítetos druídicos, el sobrenombre del Todo. Consecuentemente siendo la sexualidad un componente importante y significativo del ser humano, ésta es de por sí, ya Sagrada y Divina.
En realidad, no existen tratados, ni extensos ni escuetos, que provenientes desde la Antigüedad druídica, nos hayan sido legados por nuestros ancestrales maestros espirituales, referentes a las prácticas concretas que se realizaban durante la magia sexual o en la sexualidad sagrada.
No obstante, tenemos referencias suficientes para asegurar que se cultivaba y ejercía una Magia sexual, especialmente en escenarios silvestres y claros de bosque, de una forma excepcional ante determinados eventos especialmente críticos o cruciales para sus vidas y tribus, en las cuales la sexualidad habitual de sus gentes, era concebida como un acto sagrado y consagrado a la pareja y a las Divinidades.
Básicamente podemos discernir tres diferenciaciones conceptuales de la sexualidad, cuyos conceptos y ejemplos también nos llegan desde la remota antigüedad.
La Sexualidad es Generación: Todo ser humano nace de un acto natural como es el sexual. (Dejemos para otra ocasión las inseminaciones artificiales e “in vitro”)
La Sexualidad es Regeneración: Todo ser humano posee la cualidad de convertir su propia sexualidad en una acto mágico de transformación interna y externa. De metamorfosear su cualidad de sentir, percibir y concebir, su método de pensar, recapacitar y meditar, su modo de actuar, impulsar y seguir, siempre en armonía con la Madre Naturaleza y con el Universo entero.
La Sexualidad puede convertirse en Degeneración: Cualquier humano desorientado, desequilibrado, enajenado, etc. puede cometer actos innobles e indignos que denigran su sexualidad, tales como abusos sexuales de menores, violaciones, abusos deshonestos, excesos desequilibrantes, dominaciones, posesiones y dictaduras sexuales, etc.
El Druidismo es también de por sí, mágico, porque siendo una filosofía impregnada de espiritualidad o una espiritualidad impregnada de filosofía natural, logra una transformación en la conciencia humana en todos aquellos que siguen su imperecedero sendero.
Toda magia o acto mágico, supone una transformación y el control sobre dicha metamorfosis.
Nuestro cuerpo forma una parte de nuestro ser, junto al alma y a la mente, y por ello el Druidismo propone el inicio de la evolución espiritual, partiendo desde las tres esencias básicas del Ser, en un magistral equilibrio entre ellas.
A diferencia de algunas religiones mayoritarias instaladas en Occidente desde hace siglos, el Druidismo no reniega del cuerpo humano, aun sabiendo que es nuestra parte más densa. Puesto que de la oscuridad nace la Luz, también de lo denso nace lo sutil.
Los seguidores druídicos celebran la Vida en todos sus aspectos, gozan tanto de un amanecer, como gozan al contemplar un vetusto roble, como obviamente cabe suponer, gozan de la unión sexual.
Por ello nuestra sexualidad debería ser un primer paso para acercarnos a la Divinidad y al Universo, y evolucionar como individuos y personas.
Bajo este aspecto se reconoce por obvio, que los seres humanos poseemos una sexualidad y un sexo determinado, y que ello es lo natural, no teniéndolo por simple azar o mera casualidad, sino que es efecto de una o varias Causas o incluso una Causalidad para los seres humanos y otros especimenes, por sí misma. La especie humana y las especies animales no se hallarían en este planeta si no hubieran persistido en sus cópulas y actos sexuales.
El Druidismo como otras espiritualidades sabe que todo es energía, la cual tiene diferentes aspectos según sus moléculas vibren o se agiten a diferentes velocidades.
La energía que se forma y libera con una sexualidad plena tiene la facultad mágica de provocar transformaciones anímicas, mentales y orgánicas en sus participantes.
Bajo este aspecto, el sexo es positivo, es liberador y es factor de metamorfosis y evolución, pero como todo, tiene su lado más negativo si se escoge seguir por derroteros anti-naturales, perversos, depravados, obsesivos o represivos. Un vez más, afirmamos que lo positivo o negativo de los seres humanos, no reside en su Naturaleza intrínseca, sino en como se utilicen, se conciban o se accionen los pensamientos.
El acto sexual es una vez más una Tríada druídica de equilibrio que busca fundir en Uno a dos seres complementarios y microcósmicos, en justa simbolización y representación de las polaridades que se atraen en el Macrocosmos, para mejor concebir la energías naturales de este planeta y del Universo entero y expandir la conciencia hacia niveles superiores.
Tiene el Druidismo esa esencia que absorbió de otros cultos más antiguos y matriarcales por la cual no amputa la polaridad femenina que todos los seres humanos portamos interiormente. Ni censura o reprueba el potencial sexual femenino como efectúan algunas religiones mayoritarias, exclusivamente monoteístas y exclusivamente patriarcales. Pero tampoco cae en el polo opuesto, no se desequilibra considerando a lo femenino como lo único válido o dador de vida.
Siendo el Druidismo equilibrio, busca aunar en el propio ser ambas polaridades y principios, sin conflictos internos, sin preponderancias de uno sobre el otro factor, porque en el fondo todo es Uno, y por tanto alienta a extenderse, a expandirse, a divertirse, con todo el potencial sexual de hombres y mujeres. Por consiguiente, Todo es Uno, porque teniendo hombres y mujeres ambas polaridades, somos seres únicos.
Porque aun teniendo dos hemisferios cerebrales, ambas mitades forman un solo cerebro.
Porque aún teniendo dos ojos, ambos forman nuestra vista, y por tanto la armonía y equilibrio entre nuestras dualidades constituyen parte de nuestro único Ser.
Pero yendo un poco mas lejos y en otro plano de conciencia mas sutil, comprendemos que la unión de lo mental, de lo espiritual y de lo material, nos conecta con el Universo, nos vincula al Uno, a la Fuente Suprema, a Dios, a Yaweh, a Jehová, a Alá, al Tao, al Todo Absoluto, al Incognoscible, o como se prefiera denominar.
Ya que el Druidismo busca ese equilibrio y armonía con las Leyes Naturales, no es dogmático ni tiene libros sagrados escritos por profetas revelados, o inspirados por divinidades más o menos humanizadas.
No existe entre sus conceptos fundamentales, lo bueno o lo malo, sino que se vincula a conceptos como correcto o incorrecto, acertado o equívoco.
Y como correcto y acertado entiende que las experiencias positivas, propias, íntimas y personales, sean de la índole que sean, son las que hacen que los individuos crezcan espiritual y mentalmente.
Efectivamente, todas las convicciones druídicas en un momento u otro de nuestra evolución espiritual como seguidores druídicos, deben ser comprobadas o al menos intuidas por uno mismo, y las diferentes prácticas y rituales, deben ser experimentados para saber si nos sirven como causa de crecimiento personal.
Con ello, seguimos un principio esencial y druídico que apunta a que todo es vibración y movimiento, como la existencia humana misma que tiende a evolucionar y no a permanecer estática. Lo que se estanca, lo que se retiene en demasía o detiene en exceso, acaba muriendo, degenerando o corrompiéndose.
El Druidismo tiene cierto componente anárquico, y justo por ello, no fastidia a sus seguidores con dogmas o credos que hay que seguir incuestionablemente, sino que alimenta el concepto de la libertad individual y del libre albedrío que todos los humanos tenemos como derecho y prerrogativa.
Invita a sus practicantes a liberarse de las múltiples esclavitudes y represiones internas que inculcan las sociedades modernas, las cuales acentúan las tendencias de las personas solitarias, codiciosas, egoístas, materialistas, mezquinas, avaras, competitivas, desconectadas de la Naturaleza, del Universo y ajenas a las emociones positivas.
También ofrece como alternativa una forma de vida basada en las Leyes Naturales, celebrando y conectados a todos los actos de crecimiento humano y de Vida.
No piensan, los seguidores druídicos, que aunque este mundo pueda ser considerado como una ilusión o “Maya”, pensado por una Gran Mente Universal, como afirman algunas corrientes de pensamiento orientales, deje por ello de ser una realidad tangible para los humanos.
No siendo por ello, por supuesto, una realidad exclusiva, que deseche la verdad de la existencia de Otros Mundos, dimensiones, universos u orbes.
Bajo este aspecto, los seguidores del Druidismo, toman su actual existencia física humana como una escuela druídica de aprendizaje, acumulando en el propio Yo interior la sabiduría adquirida para seguir ascendiendo en nuestro camino evolutivo, incluso para llegado el momento debido, fusionarnos anímicamente con el Todo Absoluto o Fuente Suprema.
Es decir, la emancipación del alma o Yo Superior para que se reúna con el Espíritu Cósmico o El Todo.
O dicho con otras palabras; la Inspiración o Awen suprema y decisiva de la conciencia humana que también busca conocerse a sí misma para poder fusionarse con otras energías y seres que pueblan la Madre Naturaleza y el Cosmos entero, para finalmente reunirse con Lo Incognoscible o Fuente Suprema.
Por tanto considerando a la Vida como una escuela de aprendizaje, no condena, sino que promueve la sana diversión, los festejos estacionales, las celebraciones cíclicas druídicas o todas aquellas festividades ajenas a nuestra Tradición que fomenten la saludable diversión, además de la espiritualidad bajo la forma que sea, de las personas.
El equilibrio que desea y promueve el Druidismo para los humanos que se acercan a su espiritualidad y filosofía, pasa por una combinación trascendental entre la intuición y la razón, entre la creatividad y la sensualidad, entre el amor y la sexualidad, entre la intelectualidad y la emotividad, entre el conocimiento y la experiencia, entre la teoría y la praxis.
Una de las mayores diferencias entre el Paganismo en general, y las filosofías orientales al principio mencionadas, es que en el primero entiende la sexualidad como un intercambio de energías y flujos entre dos seres humanos, donde los orgasmos son la culminación de la potencialidad de dichas energías.
No es preciso sentirlos al unísono, pero si se da con este acorde, suena una música divina que nos hace fluir hacia la Divinidad.
Sin embargo, en las filosofías orientales prevalece la idea de que el hombre no debe eyacular o debe hacerlo cada diez o doce veces que se mantienen relaciones sexuales para utilizar esa energía en uno mismo, activar los chakras y alcanzar la Iluminación.
Los seguidores druídicos, saben que la eyaculación, es decir la emisión del semen, es una función que puede presentarse separada del orgasmo, ya que puede producirse orgasmo sin eyaculación, pero obviamente, no piensan, que si se puede expeler el semen en su apropiado momento, esto sea una fatídica o adversa pérdida energética que debe evitarse cuanto más mejor.
Al contrario, piensan que es una expansión de la energía que fluye y refluye de un cuerpo a otro, un fortalecimiento de lazos emocionales y sentimentales, una combinación con los propios flujos de la pareja, que beneficia e incluso revierte en el hombre y un acto de altruismo hacia la mujer, puesto que el semen posee una energía metafísica positiva que estabiliza la negativa de lo femenino, y además posee unas propiedades y sustancias físicas concretas, que como otros elementos de origen orgánico como la placenta femenina, y en razón de su contenido proteínico y otros factores, son beneficiosos.
Además no se gasta o derrocha porque cualquier individuo físicamente sin anomalías, lo vuelve a producir.
Incluso, la ingesta de semen no es nociva, excepto si el emisor padece una enfermedad infectocontagiosa, ni engorda como se cree ignorantemente.
Por tanto, las prácticas y pericias orales sexuales, no producen al seguidor druídico, ningún tipo de rechazo, sino que al contrario, potencian la energía sexual, transmitiendo muchos tipos de señales, ondas, frecuencias y líquidos por los canales naturales y psíquicos, que conectan la boca y lengua tanto con la mente como con los genitales.
Como dato científico y curioso se señala el hecho por el cual, científicos del Instituto Max Planck, de Alemania, informaron en su momento, que el semen contiene una sustancia que se estima es un antibiótico tan poderoso como la penicilina.
El investigador Karl Scheidt y el equipo que lo secunda en su labor en el instituto, están revisando las cualidades de la “plasmina seminal”, que es una proteína que se encuentra en el semen, que destruye gérmenes tan poderosos como los estreptococos y un variado numero de bacterias que amenazan diversos aspectos de la salud humana.
Experimentalmente, dicen los investigadores, la plasmina seminal parece destruir los gérmenes tan efectivamente como la penicilina, la estreptomicina y la tetraciclina.
Como dato fisiológico se apunta que cualquier mujer también puede tener eyaculaciones, consistentes en un líquido incoloro-blanquecino, con propiedades energéticas que se produce en ciertas glándulas uretrales, para-uretrales y glándulas de Skene, especialmente cuando se estimula apropiadamente el punto o zona llamada G, que fue conocido en Occidente contemporáneamente, merced al científico Ernest Gräfenberg, que es un tejido que se encuentra en la pared superior frontal de la vagina, a aproximadamente cinco centímetros de su entrada.
Como es un dato ya muy conocido que toda mujer puede tener múltiples orgasmos con dispares o similares intensidades entre sí, sean en cadena o en ciclos y frecuencias que le producen un estado íntimo de placer, de abundancia, de plenitud y de regocijo.
Si a ello se le suma, la convicción druídica por la cual los sentimientos, como el amor recibido y regalado, elevan, las sensaciones, los estremecimientos, los temblores y las agitaciones experimentadas,
a firmamentos estelares interiores mucho más radiantes y espirituales.
Adentrándonos un poco más, en las concepciones druídicas sobre la sexualidad, se debe destacar que el Druidismo sugiere, que la excitación sexual se goce pero que también se aprovecha para generar energía. Naturalmente, la prolongación de este estado hace que el gozo sea más prolongado, pero también que la energía engendrada sea más dinámica y potente.
Mantener la excitación puede resultar difícil para muchas personas cuando los ardores sexuales inundan los cuerpos y estos apremian para un vertiginoso estallido sexual.
Muchas personas se apresuran en ello porque no saben combinar y aunar lo espiritual con lo sexual y lo sexual con lo mental. Pero cuando se aprende a dirigir y controlar las ansias por descargarnos sexualmente, mediante visualizaciones de los objetivos a alcanzar comunes a la pareja, se logra que este propósito quede inundado por la energía mágica de los participantes.
Para reforzar este logro en la magia sexual y en la sexualidad sagrada, es preciso mantenerse concentrado en la finalidad pretendida, tanto durante la excitación, como durante la estimulación erótica previa, cuando se forja esa energía mágica y se la libera hacia su objetivo, en el momento del / de los orgasmos.
Por supuesto, el envío de la energía hacia el objetivo debe coincidir con el momento del / de los orgasmos.
El objetivo que fijamos en la canalización puede dirigirse hacia un motivo concreto, hacia un evento, hacia una persona, o incluso hacia uno mismo, pero siempre con inequívocos y categóricos propósitos de
no perjudicar a ningún ser vivo.
La energía sexual que se desperdiga, que no tiene control, es mágica y ciertamente infructuosa, como cualquier otra energía mágica dispersa.
El Druidismo entiende que en la sexualidad sagrada no existe una separación o dicotomía, entre la utilización de ésta para alcanzar una fusión con la divinidad tanto con la del compañero como con la Madre Naturaleza e incluso con la Fuente Suprema y Universal, y la aplicación de la sexualidad como realización interna y crecimiento íntimo y personal de los individuos. Ambas expectativas se entienden como combinables y válidas y forjan lo que se concibe como Magia Sexual.
Magia sexual en la que el hombre con su predominante energía eléctrica y la mujer con la suya predominantemente magnética se colman, satisfacen y armonizan.
Un poco desconcertadas e inconscientes quedan las teorías de algunos grupos paganos por las cuales afirman que las energías masculinas y femeninas siendo, según afirman, opuestas, deben activarse y emplearse separadas en cualquier práctica ritual, sea sexual o no.
En el Druidismo consecuente, se tiene y practica la convicción contraria, pues se asume que las energías de ambas polaridades son complementarias y se suman, nunca restan, ya que ambos géneros poseen la otra polaridad que se halla interiormente patente. Incluso a un nivel orgánico el hombre también genera estrógenos y la mujer también genera testosterona.
Esa es justamente, la Unión mística que sugiere y propone el Druidismo, primero con uno mismo, buscando el equilibrio en nuestro interior entre las polaridades masculina y femenina, en segundo lugar con el compañero/a, y en tercer lugar, en la fusión entre la polaridad eléctrica y positiva masculina con la polaridad magnética y negativa femenina. Y con ello, obtendremos una nueva tríada, no exenta de magia.
Dado que todo proceso mágico es una transformación, cuando un individuo logra aunar en sí, fundir, combinar las dos polaridades, transforma el dos en Uno.
Siendo una Individualidad, es un ser único, pero además, en el hombre se activan aquellas potencialidades propias de lo femenino como pueden ser: La sensibilidad, la ternura, la delicadeza, la percepción, la calma, la intuición, la receptividad etc, y en la mujer aquellas capacidades propias de lo masculino como el brío, la bravura, la lógica, la razón, la acción, la actuación, la iniciativa sexual, etc.
En la práctica del sexo sagrado, las celeridades y prisas carecen de sentido. Nadie debería acelerarse por consumar el deseo, ni angustiarse por conseguir uno o múltiples orgasmos, ni por acabar cuanto antes. Todo tiene sus justos procesos y justificados tiempos.
El sexo sagrado es paciente, es sosegado aún en el apasionamiento, mantiene la llama de la fogosidad para que no se apague.
Requiere que seamos artistas de nuestra sexualidad, y como óptimos compositores de una buena pieza musical, no apresurarnos en los acontecimientos, ni en los compases, ni en los movimientos.
Toda obra genial requiere su tiempo, su ritmo, su cadencia para que resulte una sinfonía espectacular. Las célebres y grandes creaciones de la Humanidad se realizaron pausadamente, solo las catástrofes, los desastres y cataclismos ocurren y ocurrieron inesperadamente, con rapidez.
Hagamos pues, de nuestras relaciones sexuales, una experiencia también espiritual donde la energía no se concentre y registre solo en la genitalidad, sino que al generarse, recorra todo nuestro organismo, inundando a la par, nuestra mente y nuestra alma, obviando cualquier apresuramiento, cualquier pensamiento precipitado o acelerado.
No obstante, el Druidismo reconoce que además de generar energía por nosotros mismos, también somos influidos por fuerzas externas que entran en nuestro cuerpo, mente y alma.
La Awen, influjo de una de nuestras Divinidades más emblemáticas y pan-célticas como es Brigitt o Brigantia, es origen y causa de esa fuerza, que entra por la corona de la cabeza, por lo que nuestros Druidas de antaño se rapaban esa parte de su cráneo, facilitando su acceso.
Pero también y principalmente, por ese lugar de nuestro cuerpo humano, penetra toda la energía cósmica, galáctica, planetaria, solar y lunar.
Inversamente, por la extremidades, nos inundan todas las energías y fuerzas telúricas, por ello en muchos de nuestros rituales druídicos es indispensable estar, andar o danzar descalzos, en contacto con la propia Tierra e incluso en nuestros paseos cotidianos o frecuentes por las playas, céspedes privados, campos o praderas, etc, es sumamente recomendable dicha práctica.
Incluso, cuando nos acostamos sobre arenas, suelos, terrenos o áreas silvestres con la menos ropa posible, facilitamos la entrada por extensas zonas de nuestro cuerpo de energía geológica y telúrica, por las manos, por la columna, por la espalda y todo nuestro reverso. Y por nuestro anverso nos llega directamente la energía del Universo, del sol, de los astros, de la luna llena, etc.
En realidad, nos parecemos a nuestros hermanos árboles, que toman la energía y nutrientes del suelo, de la Tierra, a la vez que sus copas y cimas, aspiran de las fuerzas del cielo, del firmamento.
Toda esa Awen y toda energía que acumulamos podemos transferirla posteriormente con nuestra creatividad, en el Arte, la música, la poesía, en cualquier maestría u oficio, práctica, técnica o ciencia a través de nuestro talento, aptitud, capacidad o ingenio, y por supuesto podemos plasmarla también en nuestra sagrada sexualidad.
Siempre hemos mantenido que la sexualidad sagrada y que la Magia sexual, es la sublimación del Arte, y el Pensamiento humano es también, una forma sutil de transmitir esa energía.
Por tanto en la sexualidad sagrada, la mente también actúa, orientando y canalizando esa fuerza creando señales, frecuencias, ondas y mensajes en un plano más etéreo y menos denso, que el material.
Todo ello podemos considerarlo magia, y el amor es un sentimiento repleto de fuerza mágica muy eficaz, que hace vibrar la mente, el cuerpo y el alma y es capaz de transformar positivamente la conciencia de los humanos.
Popularmente se equipara la frase “mantener relaciones sexuales” con “Hacer el amor”, y observamos como los términos populares poseen su sabiduría, ya que el amor siendo también un sentimiento positivo inseparable de todo ser humano, por oculto o sepultado que se halle, permite que este sentimiento, a través también del acto sexual, obre en nosotros. Podríamos decir: “Haz el amor en cualquiera de sus formas y facetas, porque éste también te hará a ti”.
El amor como sentimiento posee el dinamismo, el vigor, el frenesí y la energía para hacernos entrar en un ciclo o etapa de conciencia exaltada, y permanecer en ella..
Se podría considerar un estado transformado del Ser humano, que sin drogas, ni alucinógenos artificiales, llena a los hombres y mujeres de Resplandor.
Un resplandor que natural y simplemente, es el reflejo cósmico y Universal de la Divinidad.
Se aconseja que sin drogas, porque el Resplandor es la conciencia elevada que en la sexualidad sagrada se abre, propaga y transmite de una forma pura y natural, sin prisas, ni celeridades, sin pretender resultados rápidos ni vertiginosos, como los que proporcionan las sustancias alucinógenas.
Pero siempre que se utilicen o celebren actos mágicos, sea sexualmente o en otra esfera humana, se debería tener en cuenta que usar la magia puede ser fácil.
Que liberar energías y fuerzas puede resultar accesible para muchas personas, pero controlarlas y canalizarlas lícitamente, es algo más complejo y laborioso, donde se requiere un grado óptimo de conciencia, pues de lo contrario las consecuencias del uso inadecuado de ésta, puede perjudicar a quien la activa y a segundas o terceras personas.
La pareja que se elija para venerarse reciproca, divina y sexualmente o realizar magia sexual, es cosa íntima y de elección personal.
Puede ser una pareja afectiva estable o apropiada entre ellos, donde prevalece el cariño, el amor o ambos, o alguna otra persona de propia elección que se interese por el sexo sagrado, pero teniendo en consideración que la magia sexual entre personas desconocidas, anónimas o extrañas, es menos eficaz y vigorosa, porque se carece de una firme complicidad, de una constante cooperación, de un certero conocimiento de las potencialidades del eventual acompañante y de los ajustes adecuados y precisos para conseguir elaborar una armonía entre ambos, cuando se intenta obtener espontáneamente.
Por otra parte el uso del preservativo masculino o femenino para obtener los resultados que apuntamos mediante la sexualidad sagrada, es un obstáculo, una barrera física que impide que los emulsiones naturales de la pareja con toda sus potencialidades, cualidades orgánicas y energías, se combinen, y asimilen en los cuerpos, y por tanto impide el deleite íntegro de la sacra sexualidad en toda su calidad y plenitud, contrariedad y detrimento que no sucede con otros sistemas anticonceptivos, quizás menos populares y más caros.
La sexualidad sagrada como la entiende y propone el Druidismo es consciente y conoce las enfermedades venéreo-contagiosas que aniquilan a los seres humanos, por ello se reincide por un lado en la práctica sexual sagrada con personas conocidas y de confianza, o al menos y previsoramente que mediante previos análisis de enfermedades venereas, se pueda garantizar la integridad y salud física de los amantes.
La unión sexual sagrada no debería ni iniciarse, y menos consumarse, mientras los participantes espontáneos no tengan la conciencia amplia y despejada y comprendan que la garantía de la salud y la tranquilidad de la pareja, es el primer acto de altruismo que deben acometer.
Sin embargo, en la práctica, como opción y libre albedrío que todo humano posee, de cualquier otro tipo de sexualidad menos plena y que no tenga los elementos precisos para considerarla sagrada, se considera muy oportuno y acertado el uso de preservativos.
Con estas observaciones no se está afirmando que no pueda realizarse una magia sexual entre desconocidos, sino simplemente, que la realizada entre personas que tienen algún, cuanto más, mejor, entendimiento, confianza, intimidad, seguridad, conexión y relación con el otro /, otorga más tranquilidad, siendo más eficaz y saludable,
Justo por ello, admite y no recrimina lo que en otro tiempos celtas pre-cristianos se consideró y llamó “Amistad de las caderas”, por la cual los encuentros sexuales entre desconocidos o semi-conocidos eran admitidos, y no eran condenados. Donde incluso, la iniciación sexual de los guerreros era impartida por mujeres-diosas.
Esto fue así porque la mujer tenía en aquellas épocas y sociedad, otras consideraciones y estimas, muy distintas a las de las sociedades rígidamente patriarcales que le sucedieron, como la actual.
En ésta última, incluso hoy en día, nadie se pregunta si un hombre se ha masturbado alguna vez en su vida, pues se da por hecho.
Miserablemente, no ocurre lo mismo con las mujeres, pues éstas deben guardar silencio, no hablar de este tema y algunas ni siquiera osan plantearse la posibilidad de hacerse una simple masturbación. Desgraciadamente, el tema sigue siendo bastante tabú en muchas sociedades del mundo actual.
A lo largo de la historia del patriarcado más severo, el hombre tuvo más o menos, según épocas, el beneplácito para expresar su sexualidad. La mujer, por el contrario, siempre estuvo sometida a la idea de que era un ser sin ningún deseo sexual.
Si se masturbaba era considerada, demoníaca, loca o ninfo-maniaca y por otro lado, ellas mismas mantenían el temor a perder su virginidad y, el día de su casamiento, ultrajar a su futuro marido y a las familias de ambos.
Hay muchas sociedades en el mundo contemporáneo que siguen manteniendo y practicando estos absurdos planteamientos y hechos. Actos y pensamientos que resultan extraños y ajenos al Druidismo y al paganismo, en general.
Por el contrario, la mujer celta de antaño era consciente de su potencial y feminidad se sentía libre de manifestar sus deseos, de ser activa sexualmente y de elegir al hombre de sus preferencias con su consentimiento, e incluso prisioneros de guerra, sin traumas o trabas moralizantes o culpógenas.
Era un reflejo de las diosas, de Dana, Brigitt o de la Morrigan o Morrigu (Gran Reina).
Uno de los episodios más famosos de esta última Divinidad, fue su deseo sexual no correspondido hacia el héroe Cuchulainn, con el cual no pudo consumar sus pretensiones sexuales, e incluso aquella otra peripecia legendaria cuando a horcajadas sobre un río, fornicó con El Dagda, a cuyo acto se le pueden atribuir muchas alegorías, metáforas y simbolismos, pero en definitiva, si en nuestras ricas leyendas, así se narra, es por que nuestros Dioses se aman con plena conciencia de sus actos, y todos los celtas paganos y sus Druidas / Druidesas, al amarse conscientemente, evocan a los mismos Dioses.
Pues en verdad todos somos divinos, incluso dioses a una escala reducida, porque llevamos la Divinidad interiormente y cada hombre es un Dagda de desbordante sexualidad, un Lugh de luminoso ímpetu, un Cernunnos de natural erotismo y cada mujer, una Dana repleta de delicias eróticas, una Brigit de inspiración sensual o una Morrigan de dinámica fogosidad.
Ahh!. Lo siento por la expresión jocosa, pero, ¿De dónde viene el verbo follar? Viene de la palabra latina “follicare” (soplar, jadear), proveniente a su vez de “follis” (fuelle).
Como es evidente, ambas voces se relacionan, a través del sonido que hace el fuelle. “Follicare” ha dado también a la lengua castellana otras palabras como “folgar”, “holgar” y “huelga”.
El verbo “follar”, en su origen, significó jugar o recrearse; después pasó a referirse al acto sexual. ¡Hay que ver lo que promueve el armonioso y cadencioso fuelle!.
Quede claro, no obstante, que el Druidismo en sus rituales, comprensión y concepción de la sexualidad sagrada, no ampara a los promiscuos sexuales, a los adulterados amantes, a los amores turbios o falsos que buscan a través de la sexualidad una bien material, alcanzar un status o prestigio social o satisfacer sus egos u oscuras obsesiones sexuales.
Para un mejor entendimiento, conexión y relación con la pareja con la que se pretende cultivar la magia sexual o la sexualidad sagrada, el Druidismo sugiere:
- Una complicidad, cuyo principal factor es desterrar la rutina mediante sorpresas y regalos mutuos como rito de respeto y consideración al otro.
- Un impulso hacia proyectos comunes sin perder la vivencia del hoy y del ahora.
- Una comunicación que incluso trascienda la eficacia intrínseca de las palabras, ya que los mensajes hacia el compañero/a, tal y como nos enseña la Madre Naturaleza puede efectuarse también mediante otras formas. Podemos comunicarnos ciertamente con las palabras, pero incluso con los ojos y nuestras miradas, con las caricias, mimos y masajes de nuestras manos, con los abrazos y besos, con los gestos y ademanes, con todo nuestro cuerpo, con toda la energía de nuestras mentes y con toda la espiritualidad de nuestras almas.
- Una preservación de la intimidad, de los momentos irrepetibles y únicos que se pueden vivir con la sexualidad sagrada, de los cuales solo los implicados deberían ser los conocedores.
- Un ambiente y entorno adecuado, agradable y cómodo, donde realizar el ritual de magia sexual o para consagrarse a la sexualidad del compañero/a.
Aspectos del ritual
Obviamente en el rito mágico sexual, es donde se va a proceder a jugar y recrearse con las energías sexuales, a gozar de las fuerzas anímicas e incluso a expandir y transmitir las sentimentales, donde se va a proceder además, a experimentar con los cinco sentidos de nuestro cuerpo: a ver, a oír, a oler, a tocar y a saborear el cuerpo de nuestra pareja.
Para ello, es menester recrear un ambiente que nos induzca a abrir nuestras mentes a la práctica que vamos a realizar, que nos inspire, para que surja y sea bien recibida nuestra Awen, la cual despertará al unísono nuestro interior, que nos fusionará con la Divinidad de la pareja y nos hará fluir hacia el Universo y hacia El Todo Absoluto.
Antaño, los ritos sexuales de la magia sexual se celebraban en los bosques, donde los participantes, a veces en colectividad, recibían directamente las energías de su entorno, de la Tierra, del Cielo, de los ríos, lagos, mares, de la luna, o del sol, etc, a la par que fluían con las suyas propias.
En la actualidad, si éstas prácticas en plena Naturaleza, colectivas o privadas, no pueden ser consumadas, debido a circunstancias personales, del entorno o climáticas, también puede realizarse en la intimidad de la pareja, con el mismo entorno natural o en la privacidad que proporciona una gruta, cueva o caverna o incluso en una cabaña, albergue o choza rural, rodeada por las energías manifiestas y fehacientes de la Madre Naturaleza, o si las condiciones lo impiden, en nuestro propio hogar o lugar urbano, aunque este ultimo ámbito pueda ser algo menos efectivo.
Todo y así, concretaré unas impresiones personales, para lograr en mi opinión, un adecuado habitáculo en nuestros hogares, con una atmósfera que exhale sensualismo, no exento de espiritualidad, y que pueda embriagar por los sentidos a los amantes, para intentar contrarrestar la menor capacidad energética natural de un lugar urbano, como son la mayoría de nuestros hogares.
Para que los ojos se sientan fascinados:
Una estancia cálida, es un óptimo incentivo para acrecentar el deseo y objetivo de los amantes, que obviamente entrando en el ambiente con afecto y templanza, sin ningún tipo de nerviosismos, se percatarán del escenario agradable y sensual que les rodea y que les da una bienvenida visual, donde van a ser los divinos protagonistas de la obra de arte que ellos mismos, con la ayuda de su Awen, van a efectuar.
Se puede ambientar el espacio con alfombras de figuraciones abstractas, al estilo celta, con almohadones, flores y pétalos esparcidos por el suelo, encendiendo también inciensos aromáticos o candelas perfumadas, e iluminando con velas o cirios diversos, de colores pasionales como los carmesíes, toda la estancia.
Con pequeñas velas se puede formar un círculo. Su interior, será el lugar concreto donde se realizará la sexualidad sagrada, lo que acrecentará la motivación esotérica, para hacer del encuentro un tiempo sin tiempo y un espacio físico privilegiado donde a través del cuerpo, se fusionarán las almas de dos seres en Una, para alcanzar otros espacios y otros estados de conciencia elevados.
Hablo de esotérica, porque un círculo es energético y símbolo de perfección. Pero un círculo como espacio para la práctica de la sexualidad sagrada, además de ser un símbolo druídico y de culminación, tiene la capacidad de unir la polaridad masculina con la femenina, tanto de los amantes como las propias internas, logrando que el alma fusionada de ellos, traspase los Mundos intangibles, hacia la Unidad Absoluta, que es el Todo.
Este espacio sagrado interior al círculo, puede tener un colchón o colchoneta cubierto con telas con motivos celtas u otros adecuados e inspiradores, o plumones y cojines de colores bermejos o anaranjados, y de tamaño amplio para que puedan acoger a los cuerpos de ambos tendidos sobre éstos, y que les asegure a la vez, ciertamente también comodidad.
Las paredes e incluso techo de la habitación, pueden estar profusamente decoradas con telas, cortinas o tapices, de tonos rojizos, que incluso representen motivos celtas u otros artísticos, pintados, dibujados, copiados o bordados, con trazados sensuales o eróticos, e incluso una hábil combinación de todo ello..
Una mesa de poca altura, elaborada con materiales preferentemente naturales como puede ser la madera maciza, que además es recia, pesada y cálida, puede estar cercana al centro del círculo, con variadas bandejas o cestillas sobre ella, también de madera para no desentonar, en las cuales habrán abundantes frutos secos que son energéticos y nutritivos, junto a unas pocas frutas del tiempo, y contiguo, alguna vela encendida para reparar visualmente en todo ello.
Junto a éstas un par de cálices, copas, o vasos de cristal, metal, etc, para que cuando se tenga la necesidad, beber caldos de frutas, néctares, zumos o líquidos vitamínicos, e incluso poder realizar una libación con hidromiel.
Para que los oídos también se hipnoticen:
En nuestra estancia sagrada, sonará la música elegida según nuestro personal gusto, procurando que sea armónica, sin estridencias, que estimule el equilibrio interno, como las músicas adecuadas para la meditación, como la música cadenciosa, inclusive, donde suenen rítmicamente elementos como timbales y tambores.
El sonido de los tambores cadenciosos y acompasados, induce a desinhibirnos y a la danza ritual y sexual.
Nuestros oídos quedarán cautivados por esos sones melodiosos, acostumbrados a los ruidos, bullas, detonaciones, gritos y golpeteos cotidianos que se filtran por las delgadas paredes, ventanas y puertas de la mayoría de nuestros hogares, que nos provocan disonancias y perturbaciones internas y auditivas.
Para el que olfato quede seducido:
Las velas perfumadas, los inciensos, algunas resinas, aceites, bálsamos y perfumes, las cáscaras de frutas cuando se queman, etc., desprenden fragancias y aromas naturales, que inundarán el espacio sagrado consiguiendo una atmósfera atractiva y seductora.
Unos efluvios, que por otra parte, cautivarán a nuestro olfato, tan maltratado por los hedores y pestilencias de los distritos, barrios y suburbios de las grandes urbes.
Con estos tres sentidos enfatizados, resaltados, acentuados y fortalecidos por lo que se ha detallado previamente, componemos una tríada armónica y coordinada entre sí, que nos incita a proseguir con la experiencia que deseamos realizar en perfecta comunión con nuestra pareja.
Ya que la vivencia no sólo va a ser física, sino también espiritual, estableceremos que las tres esencias primordiales del Druidismo, relacionadas con los cuatro elementos, como son El Agua, La Tierra y el Aire, más el factor supremo de transmutación de los tres, que es el Fuego, queden reproducidos en pequeña proporción en nuestro habitáculo.
- Donde todos los alimentos descritos, e incluso el mobiliario natural, simbolizan las esencias de la Madre Tierra.
- Donde todas las bebidas o brebajes referidos, simbolizan las esencias del Agua
- Donde todos los inciensos, aromas y distintas emanaciones mencionadas, simbolizan las esencias del Aire.
- Y por último, las velas, candelas, cirios o lumbres prendidas, simbolizan la capacidad de Transmutación del Fuego sobre esas tres principales esencias druídicas, dicha facultad conectada obviamente, con la virtud que posee la Magia sexual, de metamorfosis interna en las personas.
Por ello se comprende como a nivel consciente es preciso que lo representado por las tres esencias, en el círculo de fuego forjado e iluminado por las velas, queden circunscritas dentro de éste, para que actúe a nivel inconsciente.
Dicha alegoría, es muy parecida a la simbología de algunos Triskeles, donde sus tres brazos, son atributos de esas tres esencias, que quedan envueltos por un círculo que es representación del Fuego.
Danzar si apetece, al son de alguna música armónica, durante algunos momentos regalando los movimientos a la persona amada, sintiendo que es Brigitt quien danza, sintiendo que es Lugh quien se mueve.
Se fomenta la danza ritual con los movimientos sensuales, espirituales y simbólicos de los cuerpos.

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